Frente a la naturaleza, a la afirmación de la inmensidad, a la brutaltransición cromática de las puestas de sol, a la fuerza de los fenómenosnaturales, la pintura captura la suave ondulación del aire que nos rodea durante esos momentos sutiles.
Las nubes que pasan transformándose, el agua inmensa, cambiante, bajo el cielo infinito, el resultado de una brisa, el viento, la obstinada presencia de esas nubes de tierra, esas islas ancladas, la luz reflejada, el horizonte, las perspectivas vertiginosas, la escala sin medidas de referencia, la impresión de la deriva continental a medida que el movimiento del sol traza la rotación de la Tierra, lo planetario y cósmico, forman el marco de una gigante plataforma giratoria del vacío.
Vacío lleno de aire, y la necesidad de hacerlo visible, de tallar ahí dentro.
Esta naturaleza que se muestra, poco a poco se nos escapa.
Encarnación de un paraíso perdido, es una belleza donde en cualquier momento todo es posible. Estas imágenes sin nostalgia, llenas de vacío, son espacios de la nada y de absoluto.
Así una nueva ligereza se propaga, la liviandad de la existencia en sí misma, una alegría serena, una certeza absoluta.
Entre el pintor - el tema - el público, surge un diálogo que hace compartir la maravilla de las imágenes percibidas intuitivamente.
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